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A mis padres, a mis hermanos, a mis abuelos, y a todos los habitantes de esa casa mágica, que no se dejan ver, y siempre estarán ahí. Capas y capas de cal cuarteadas conformaban un curioso mosaico trazado al azar por el paso del tiempo, como todo en la vida. Los paisajes, las caras, los cuerpos, hasta los sueños acaban por cuartearse.  Era una casa de tres alturas, en una calle ancha, empedrada, que parecía salir de la propia sierra en pendiente.  Había una puerta de madera de doble hoja agonizante,  deslavada a rodales, y aún con restos de pintura marrón; un ventanal abalconado en la planta superior, y un boquete con unas rejas torcidas, en la parte más alta.  Al otro lado, un portón de madera astillada, un cerrojo antiguo del que colgaban unas cadenas herrumbrosas y un candado. A través del desnivel de la puerta sobre el suelo, se colaban unos montoncillos verdes, matojos diminutos mezcla de moho y hierba sobre piedras y tierra, como un bosque de minguillos inv...

Historias del Metro

El yonki increpando al segurata de brazos hipermusculados y cerebro básico, los señores espatarraos en sus asientos con su falocracia en ese ridículo esplendor del exhibicionismo más elemental y reprobable, los intercambios de fluidos rollo ventosa entre jovencitos imberbes y niñas con tetas, tan poco sensuales y tan poco elegantes vistos con los ojos de mis treintayonce, las señoras de bien con sus zapatos de medio tacón y sus cardados cenicientos acechando desde el anden un asiento en el que plisar sus faldas a pesar de la estrechez que permiten los falócratas, las señoras ecuatorianas de cabellos satinados y muslos apretados mascando chicle y sus uñas manicuradas de colores tropicales como las plumas de un papagayo, los mirones, los curritos con el cansancio acumulado en los párpados, los turistas con chanclas y camisetas de verano,... Tanto tiempo sin viajar en Metro... Y nada ha cambiado! Bueno si... El precio del billete... 1'90€  seis estaciones... es lo que tiene ser de una...